lunes, 22 de noviembre de 2010

Bella y su educación..

Imaginen que están en el mercado o en algun negocio y hay un niño llorando de forma estridente porque la mamá no quiere comprarle algo o porque lo regañaron. Lo primero que viene a la mente de uno es, que niño tan malcriado, la madre no puede educarlo mejor, etc etc. Yo solía ser así.. hasta que llego la "hijita-perrita" a mi vida.

A Bella le pagamos un curso de obediencia básica, donde aprendió a sentarse, dar la patita, obedecer la palabra NO, quedarse quieta cuando le ordenaramos, acostarse y hacerse la muerta. De todo lo que le enseñaron, solo se le quedo sentarse y dar la patita. A pesar que mi esposo y yo le practicamos las veces necesarias, ella hizo lo que quizo.

Lo hemos aceptado, tenemos una perra consentida y malcriada. Al menos no muerde, me digo a mí misma tratando de convencerme que no está tan mal, pero en el fondo siempre siento vergüenza cuando vamos por la calle y se le tira a la gente encima para jugarle. O cuando tenemos visitas en la casa, que los pobres se sientan en los sillones y la loca se les sienta encima para jugarles, o PEOR aún, que se les monta encima de la cabeza para que jueguen con ella.

En fin, muchos me sugieren que vea el encantador de perros, más bien Bella necesita el exorcista de perros, es muy necia y malportada, más que todo cuando está sola, ya que imagino que el aburrimiento está a la orden del momento.

Lo acepto, se me cae la cara de pena cada vez que le pone sus patas sucias encima a la gente que pasa a su lado y la llama para acariciarla. Siempre con miedo, me preguntan: muerde?. Siempre con inseguridad les respondo: No, es una cachorra de 6 meses. Entonces sonríen, sin saber, que ella va con todo sobre ellos. Yo la acorto la correa, para que no se tire encima de la gente, pero ellos necios insisten en acercarse, doy un par de pasos atrás, pero ya es muy tarde, Bella va caminando en dos patas y la mirada perdida en un éxtasis de emoción para que la acaricien y sucede, patas sucias sobre pantalones limpios en un desconocido. Viene entonces la mirada de desaprobación del extraño seguido por alguna frase descortés. Mi mirada se endurece y de la vergüenza me traslado al enojo, y solamente acierto decir: yo traté de alejarla, pero la siguió llamando, al menos no lo mordió. Y sigo mi camino, con Bella llena de tristeza tratando de jugar con su nuevo amigo.

Hace poco fui al super mercado y vi un niño haciendo un escándalo porque la mamá no quería comprarle algo, la mamá nos miraba a todas avergonzada tratando de calmar al niño.. yo solo le sonreí de forma comprensiva, quien soy yo para juzgarla por un niño malcriado, cuando ni siquiera puedo educar a un perro?

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